Filosofía Helénica
"La edad de la ansiedad"
ESCUELAS HELÉNICA

Hedonismo
El hedonismo es toda una corriente filosófica que fue fundada hace más de 2.400 años. Efectivamente propugnaba la búsqueda del placer por encima de todas las cosas; pero no solo los placeres sencillos (la bebida, la comida, el descanso, el sexo), sino también otros placeres más beneficiosos como la lectura o la amistad.
Uno de sus más importantes representantes fue Aristipo el Cirenaico (435-350 a.C.), del cual se cuenta que un día vació la mitad de un saco de dinero en mitad de la calle, porque le molestaba cargar con su peso. La filosofía de los hedonistas ha sido muy criticada a lo largo de la historia. Las críticas más comunes que recibe la escuela hedonista es que confunde al placer con la felicidad. En primer lugar, porque una vida vivida por placer entraña grandes riesgos y en segundo lugar, porque los placeres de este mundo son limitados.
También es juzgada porque para llegar al placer individual se pueden cometer 'atropellos' a otras personas o al mundo.
Una de las relaciones que podemos hacer con la escuela Hedonista de la antigüa Grecia con el mundo actual es con el consumismo, el cual se define como el "afán por comprar bienes indiscriminadamente, aunque no sean necesarios" (Word Reference), y con las personas que tienen la creencia que "la felicidad se consigue por medio de los bienes y el placer material".


Cinismo
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía . Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar. Sin embargo, no todos los integrantes de este movimiento tienen las mismas actitudes externas ni los mismos comportamientos, por lo que a veces se habla de filosofía cínica, otras veces de actitud cínica y otras simplemente de locura.

Tenía por caracteristica principal que la virtud solo basta para la felicidad; que quien la posee no tiene que desear mas que el valor; que consiste siempre en acciones y nunca en palabras, que toda ciencia y arte son inútiles, que el filósofo debe acomodarse a las leyes de la naturaleza y no a las de los hombres, y que siendo solamente él capaz de distinguir lo que merece alguna afección. Si trata de casarse debe escoger una mujer digna de su amor para reproducirse en sus hijos. Pero esta última máxima no tardó en caer en desuso entre sus sectarios, quienes prefiriendo el título de cosmopolitas al de ciudadanos, sacudieron la dependencia consiguiente a los vínculos del himeneo y justificaron el nombre de cínicos (en griego perros) que caracterizaba perfectamente la impudencia de que hacían alarde.
Ammonio, antiguo comentador de Aristóteles, fue el que decidió a causa de la libertad de sus expresiones y de su amor por la verdad, dalres ese nombre, pues se nota que el instinto del perro tiene algo de filosófico y que le sirve para distinguir a los hombres, ladrando a los extraños y acariciando a los de la casa. Los cínicos de la propia manera acogen y acarician la virtud, y a los que la practican, en tanto que reprueban las pasiones


Epicureismo
Doctrina filosófica de Epicuro de Samos (-341,-270) y de su Escuela, fundada por él en Atenas el año 306 antes de nuestro Cristo, que fue conocida también como "El Jardín", por los jardines anexos a la casa de Epicuro en los que se hospedaban sus discípulos y donde se impartían sus enseñanzas. Este defendió la física atomista de Demócrito y elaboró una ética del placer (hedonismo) según la cual el objetivo de la vida feliz consistiría en la ausencia de dolor físico y moral, representada en los conceptos de "aponía" y "ataraxia".

El alma humana es mortal dado que, como todas las cosas, está compuesta de átomos, aunque formada por los más perfectos, los redondeados y lisos. Desaparece con la destrucción del cuerpo. No hay que temer a la muerte pues, en primer lugar, nada se sigue tras la desaparición del cuerpo, y, en segundo lugar, la propia experiencia de la muerte no es tal: “el más terrible de los males, la muerte, no es nada para nosotros, pues cuando nosotros existimos, la muerte no existe, y cuando la muerte existe, nosotros no existimos” (Epicuro, “Carta a Meneceo”).
La Naturaleza ha puesto como objetivo de todas las acciones de los seres vivos (incluidos los hombres) la búsqueda del placer, como lo muestra el hecho de que de forma instintiva los niños y los animales tienden al placer y rehuyen el dolor. El placer y el dolor son pues los motivos fundamentales de todas las acciones de los seres vivos. El placer puro es el bien supremo, el dolor el mal supremo.
Los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o impedimento de los apetitos. Distingue Epicuro tres clases de apetitos:
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los naturales y necesarios: comer, beber, alimentarse; son fáciles de satisfacer;
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los naturales pero no necesarios: como los eróticos; no son difíciles de dominar y no se necesitan para la felicidad;
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los que no son naturales ni necesarios; hay que rechazarlos completamente.
Aunque el placer es un bien y el dolor un mal, no es inteligente elegir siempre el placer y rechazar siempre el dolor: debemos rechazar los placeres a los que les siguen sufrimientos mayores y aceptar dolores cuando se siguen de ello placeres mayores. Antes de obrar hay que pesar cuidadosamente el placer o el dolor que se seguirá de ello y establecer un balance placer-dolor. No hay que renunciar a los placeres corporales sino ordenarlos y administrarlos de cara al bienestar físico y espiritual. La razón representa un papel decisivo en lo que respecta a nuestra felicidad: nos permite alcanzar el estado de total sosiego (ataraxia), de absoluta imperturbabilidad ante todo y nos da libertad ante las pasiones, los afectos y los apetitos. El sabio alcanza la vida buena y feliz gracias a esta autonomía frente al dolor y los bienes exteriores, a los amigos con los que convive y a su aislamiento respecto de lo social.
Estoicos
Para los estoicos nada ocurre sin explicación. Hay una razón para todo en la naturaleza. Los estoicos creyeron en la existencia de una "fuerza" activa que está por todas partes, coexistiendo con la materia. Los estoicos creyeron que había algo actuando dentro de ellos -como así indicaron- "un espíritu profundamente infuso, germinando y desarrollando como una semilla en el corazón de cada cosa que existe."
Para los estoicos Dios era Fuego (la energía activa) y Logos (la razón) difundida a lo largo del Cosmos. Creyeron, también, que la Ley de Naturaleza era la presencia material de Dios en el universo. Como la razón cósmica, Dios era la Providencia. Esta Providencia ordenaba todas las cosas. Dios también era el Destino. Los estoicos creían que el Destino imponía a la humanidad un cierto determinismo que sólo permitía la libertad dentro del contexto de una persona que ha aceptado internamente la necesidad cósmica.

Como Fuego, los estoicos entendieron este concepto de Dios con una semilla que se tiene en el interior, la "razón de todas las cosas y las causas de lo que era, es, y será". Esta energía era el principio vital de la cual florece toda la flora y fauna. Estos consideraban que a través de cualquier fase de desarrollo, estaba Dios el cual formaba y dominaba la materia pasiva en lo que se refiere al progreso.
Los estoicos creían en el alma,incluso para los animales, aunque en este caso no era racional. Sin embargo, en las criaturas racionales consideraron la existencia de Pneuma (la respiración ardiente) que se manifestaba en su grado más alto de intensidad como una "emanación del alma mundia". Este Pneuma era una chispa del Fuego celestial.
Esencialmente los estoicos creyeron que lo que Dios es para el mundo, el alma es para el hombre. Declararon que el Cosmos debe verse como un solo Todo .Por consiguiente, para los estoicos, la naturaleza real de una persona humana es la universal pero en una escala más pequeña, un microcosmos.
Se dio un paralelismo entre el macrocosmos y el microcosmos. Dios, el Alma del mundo. Del mismo modo, el alma humana respira a través de todo el cuerpo informando y guiándolo. Como en el macrocosmos como en el microcosmos, hay una parte gobernante.
Escépticos
Llamamos escepticismo a toda concepción para la cual no es posible conocer la verdad. En la historia de la filosofía encontramos muchas y variadas formas de escepticismo. Una de ellas es precisamente la que se refiere el término en el sentido estricto o particular: escepticismo como corriente histórica que surge y se desarrolla durante el helenismo y en los primeros siglos del mundo romano. Este movimiento estuvo influido por los sofistas y en algunos casos, por el punto de vista platónico de la incognoscibilidad del mundo sensible. Otro motivo fue el enfrentamiento contra la rígida filosofia estoica.

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La religión: se enfrentaron tanto a la religión popular politeísta como al concepto filosófico de lo divino, particularmente el estoico. Tanto la religión popular como la filosófica son consecuencia de la antropomorfización. En el caso de la crítica a la teología estoica, creyeron que las pruebas de la existencia de Dios, la concepción de Dios como ser vivo y virtuoso y providencial ,creencia incompatible según el escéptico Carnéades con la existencia de las enfermedades y los desastres naturales, y la adivinación, carecían de fundamento o eran absurdas o supersticiones. No fueron tanto ateos puesto que el ateo cree saber que dios no existe.
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Crítica a la ética objetiva: la diversidad y oposición de opiniones de los distintos pueblos respecto de lo correcto e incorrecto, de lo justo e injusto, del bien y del mal muestra que no existe el bien objetivo, que los valores morales, la justicia y el derecho son convencionales. No existe el bien o mal en sí mismo o absoluto.
Consecuencia: subjetivismo ético: no podemos decir cómo es el bien sino cómo nos parece.
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Crítica a la posibilidad del conocimiento: su negativa a aceptar el conocimiento se basa en la existencia de diferentes experiencias de conocimiento entre los hombres: las impresiones de los sentidos son distintas en cada hombre; las opiniones del ejercicio de la razón también son distintas y la mayoría de las veces opuestas. Negaron la existencia de las representaciones catalépticas . Una consecuencia de este punto de vista es el subjetivismo, la imposibilidad de alcanzar el conocimiento de la auténtica realidad que esté a la base de nuestra experiencia subjetiva del mundo: no podemos decir “la nieve es blanca”, “la miel es dulce”, sino “en este momento la nieve me parece blanca”; “la miel me sabe dulce”.
El escepticismo es en algunos casos tan radical que incluye al propio escepticismo: ni siquiera sabemos con certeza si el propio escepticismo es verdadero, dijeron Arcesilao y Carnéades.


